Resulta que no quieres ser actor pero hay algo que te entusiasma en su actitud ante el reto de estar siempre delante de todo el mundo trabajando mientras todos lo miran, lo juzgan y lo califican.
¿Nunca has querido ser actor?
Cierto. Desear con auténtica verdad convertirte en un actor de éxito no es una decisión ligera. Actuar es una de las profesiones más duras y complicadas dentro del ámbito artístico. El actor siempre se muestra delante de un público, desnuda todo su ser para ser examinado, evaluado y juzgado por el público en todos los momentos que se sitúa frente a él.
¿Cómo puedes prepararte mental y espiritualmente para asumir que tu vocación, tu satisfacción vital pasa por un examen popular continuo?
Es que yo no quiero ser actor.
Un actor de vocación trabaja sobre un lecho ya de por sí inestable desde su naturaleza. Un actor asume que la inestabilidad es su hábito de cada día. Su trabajo siempre tiene fecha de caducidad, y luego, vuelta a empezar. Vive así, con esa premisa, siempre.
Un actor de vocación nunca admitirá que ya ha recibido toda la formación necesaria, acepta que cada audición es un nuevo proceso aprendizaje, la humildad es esencial.
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