No hay una edad límite para empezar ni tampoco para acabar. Los actores queremos reflejar en nuestro oficio aquello que nos produce belleza, sinrazón, desasosiego… Y la edad es más bien una ventaja para empezar a actuar; podemos aprovechar toda nuestra experiencia vital para echar a andar.
La edad no puede retenernos en lo vivido hasta el momento, más bien todo lo contrario, debe animarnos a vivir con más intensidad el presente, porque ya conocemos su valor verdadero en la vida futura que nos queda.
Ya hemos vivido los éxitos, los fracasos, las decepciones, los entusiasmos. Hemos sido traicionados y venerados. Ponderamos mejor cómo alcanzar un objetivo. Nos conocemos un poco mejor y asumimos con paz nuestros límites. Ya sabemos cómo superar obstáculos. En fin, somos más seguros, confiamos más en nosotros mismos. Por eso estamos preparados para empezar este oficio de actor, porque podemos aportar nuestra perspectiva personal a cada actuación, a cada papel, a cada obra…
No es tarde para ti, nunca serás demasiado mayor para actuar. Éste es tu momento.